Esta ciudad, jungla salvaje, en
cualquier momento seremos devorados por la insaciable bestia, la cual nos
persigue, algunos logramos escapar de
sus garras, aquellas que han sobrevivido quedan marcadas de por vida. Ese
moustro, multiplicándose e invadiendo, cual plaga acaba con los cultivos.
Esa bestia, que a lo lejos se ve
como un amigo, o alguien que pensamos no nos podría hacer daño alguno, pero nos
toma de sorpresa y no despoja de todo lo que llevamos, inclusive de nuestros
seres amados, cual león en busca de saciar su hambre.
De ahí que en nuestro
planeta, continente, país, estado, ciudad, y barrio ya no podamos confiar en
las personas que pasan al nuestro alrededor. Perdemos nuestra libertad a cada
momento, nos hacemos a la idea que no podemos combatir a esos demonios que lo
único que hacen es separarnos, perdiendo la confianza entre nosotros, siempre
que salimos esperando lo peor, poniendo nuestra vida, nuestra integridad a
disposición de los seres que toman las decisiones por nosotros, quienes dictan
quien vive y quien no, la naturaleza ya no interviene, el hombre toma el papel
de dios. Ahora la sociedad se ha indignado pero no ha de tomar decisiones
concretas, fortaleciendo solo a los demonios de la impunidad, corrupción y
delincuencia.
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